¡Ponme a prueba, Señor! ¡Examíname! ¡Escudriña mis anhelos y mis pensamientos!- Salmos 26:2 (RVC)
El segundo paso para crecer, luego de tomar la decisión de trabajar activamente en ello, es ir directamente al Señor y preguntarle qué debes cambiar para crecer. Cuando un niño crece, va madurando poco a poco mientras aprende a diferenciar lo correcto de lo incorrecto. Pero no lo aprende sólo. Sus padres tienen un papel fundamental en este proceso al enseñarlo, pues el niño no puede discernor por sí solo. De la misma manera, no podemos esperar crecer si no vamos a nuestro Padre y le pedimos que examine nuestro comportamiento. Aún más, que examine nuestro interior. Este proceso no es fácil. De hecho, parece que mientras más adultos somos más dificil se vuelve. No nos gusta admitir que estamos equivocados. Al parecer, pensamos que por haber madurado físicamente podemos discernir claramente cuál debe ser nuestro comportamiento. Pero la Biblia nos advierte al respecto.
En Jeremías 17:9-10 dice que nuestro corazón es engañoso, y que sólo nuestro Padre puede examinarlo y ver nuestras verdaderas motivaciones para determinar si hacemos lo correcto, o no. Con frecuencia pensamos que hacemos lo correcto, pero sólo nos engañamos a nosotros mismos. Pues no nos gusta admitir que estamos equivocados, entonces pretendemos saberlo todo. Pero no podemos engañar a nuestro Padre, un hijo nunca puede engañar a su padre. Y aún cuando piense que se ha salido con la suya, tarde o temprano cosechará los frutos de su comportamiento. Por eso es tan importante que no razonemos humanamente lo que hacemos. Sino que pidamos discernimiento y dirección al Espíritu Santo. Él no nos mentirá. Puede que mucho de lo que nos revele no nos guste, pero no creceremos si vivimos en negación. Eliminar malos hábitos puede ser doloroso. Desarrollar buenos hábitos costará trabajo. Pero el resultado valdrá la pena.
El texto de Jeremias nos habla de los beneficios de confíar en las verdades del Espíritu, y no en nuestro propio corazón. (Jeremías 17:7-8) Tomar la firme decisión de crecer, y demostrarlo al venir al Padre pidiendo su evaluación, resultará en nuestro crecimiento. Al igual que un árbol plantado junto al agua, nos alimentaremos de las palabras del Espíritu, no de nuestras propias mentiras. La confrontación con nuestro propio pecado es la parte más difícil del crecimiento. Pero no podemos arreglar algo si no sabemos qué es lo que está mal. La corrección de Dios puede ser dura, pero sólo Él sabe dónde está estancado nuestro crecimiento. Sólo Él puede decirnos cómo arreglarlo. Salir de ese estado puede parecer difícil, pero una vez vemos los resultados se vuelve más fácil. Ya que fuimos creados para crecer y ser fructiferos, no para estancarnos. Como siempre, lo difícil es empezar.
Verdad de la Semana:
No temas la corrección.
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