
¡mirad cuan bueno y cuan delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! - Salmos 133.1 (RVR-60)
Este Salmo nos recuerda la alegría que trae vivir en unidad. Estar en paz y armonía con nuestro hermano trae alegría a nuestra vida y a Dios también. Dios siempre ha querido que todos los miembros de su iglesia permanezcan en unidad y amor. En medio de esa unión, la idea es que se concentren todas las fuerzas, ideas, y pensamientos hacia un mismo propósito. Una iglesia donde Cristo es la cabeza y permanece unida, donde reina la paz, conduce el progreso y a la Santidad. La persona perfecta no existe, por lo tanto, todos somos imperfectos. Pero debemos dejarnos guiar por nuestros líderes y permanecer unidos para que esas imperfecciones no nos separen. Porque aun siendo imperfectos Dios nos perdona y nos ama, y quiere que también nos amemos los unos a los otros.
Cuando hay desunión, la competencia por el poder, la envidia, y los celos ocupan el lugar que debería ser llenado por el Espíritu Santo. Y tú, ¿cuán dispuesto estás a amar a tu hermano, a mantener la unión? ¿Cuán dispuesto estás a dejarte guiar y llevar el mensaje? Cuando Jesús comenzó su ministerio, fue llamando a varios hombres para que lo siguieran. Escogió a 12 discípulos, todos con diferentes costumbres y formas de pensar. Pero Jesús tenía un plan para trabajar y guiarlos en un mismo propósito. Y aún siendo imperfectos, permanecieron juntos y se capacitaron para ir impactando vidas y llevar el mensaje de salvación a los hombres.
En la iglesia también somos personas con diferentes trabajos, composición familiar, y económica. Diferentes gustos, sentimientos, opiniones, etc. Pero, a pesar de todo lo diferente que somos, tenemos que buscar acercarnos a nuestros hermanos. Debemos amarnos y ayudarnos los unos a los otros. Hacer actividades para unir y compartir, orar los unos por los otros. Aunque no todos somos iguales, tenemos que estar juntos y buscar a nuestro Padre. Y así formar un equipo para poder cumplir con el propósito de llevar el mensaje de salvación y ganar vidas para Cristo, ¡para Su gloria!
En cambio, hablaremos la verdad con amor y así creceremos en todo sentido hasta parecernos más y más a Cristo, quien es la cabeza de su cuerpo, que es la iglesia. Él hace que todo el cuerpo encaje perfectamente. Y cada parte, al cumplir con su función específica, ayuda a que las demás se desarrollen, y entonces todo el cuerpo crece y está sano y lleno de amor. - Efesios 4:15-16 (NTV)
Verdad de la Semana:
Unidos cumplimos Su propósito.
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