Dinámica: Comparte con los demás qué significa para ti la prosperidad. ¿Cómo sería una vida próspera?
“Prospera”
El apóstol Juan, envió saludos a un siervo fiel de Cristo, llamado Gayo. Su deseo era que la prosperidad exterior de Gayo correspondiera a la condición de su alma. Juan ora para que Gayo “prospere", literalmente "para que tenga un buen viaje". La idea incluye el éxito en los negocios, la felicidad en las relaciones personales, y la prosperidad en su desarrollo como cristiano en la vida espiritual. Así como en la vida natural un bebé requiere cuidado y alimento para crecer, desarrollarse, madurar y ganar mayores habilidades cada día, de igual manera, en la vida espiritual, un cristiano requiere cuidado y alimento para que cada día crezca en conocimiento, fortaleza, estatura espiritual y habilidades que le permitan ser más eficaz en el trabajo que hace para Dios. Pero parte de este proceso es sanar, ya que cuando llegamos a Cristo hay mucho en nuestros corazones que no le pertenece a Él.
Por eso un hijo de Dios no puede ser el mismo del año pasado, ni siquiera del día anterior; sino que cada vez debe ser mejor. Un hijo de Dios debe crecer en fortaleza para vencer las debilidades del viejo hombre, debe tener más conocimiento espiritual, mayor comunión con Dios y más y mejores frutos de su trabajo. Pero, además un hijo de Dios debe tener menos de sí mismo cada dia, para que Dios crezca más en su vida. O como diría Juan el Bautista: “es necesario que yo mengüe para que Cristo crezca.” (Juan 3:30) Esto sólo se consigue soltando el pasado, las heridas, los errores, el orgullo, y todo aquello que nos lastima. Es un proceso lento, y no siempre agradable, pero un hijo de Dios entiende que la prosperidad del alma es primero, pues lo acerca más a su Maestro. Si tu alma prospera también vas a prosperar en tu vida física.
A veces cuando pensamos en prosperidad, pensamos sólo en la prosperidad física. Sin embargo, el apóstol le estaba dando a Gayo una clave acerca de la prosperidad, el deseaba que la prosperidad física se diera en la misma medida que la interna. Por lo tanto, la prosperidad del alma debe ser lo primero para nosotros, ya que sin ésta de nada nos vale la prosperidad externa. Jesús dijo en Mateo 16:26 que de nada le valía al hombre tener todo en el mundo, si al final perdía su alma. Por eso vemos a menudo, personas con mucho dinero y trabajo exitoso, pero a veces incluso se suicidan, ¿por qué? Porque sus cuentas de banco estaban llenas pero su corazón estaba vacío. Le habían permitido al enemigo robar todo lo que había en sus corazones y no habían permitido que Jesús sanara sus almas heridas.
Por eso es importante permitir que Dios limpie nuestros corazones y protegerlos de la mala semilla del enemigo. Cuando Dios da vida en abundancia a nuestras almas, prosperamos de adentro hacia afuera. Primero en nuestra relación con Dios y con nosotros mismos, y luego en nuestras relaciones con los demás. Entonces estaremos preparados emocional y espiritualmente para recibir la prosperidad física que Dios quiere darnos, pero todo empieza en nuestro corazón.
Verdad de la Semana:
“Primero prospera tu alma.”
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